viernes, 30 de julio de 2010

esta noche, te escribo

Hola, cómo estás, yo bien… te escribo porque mis paredes se han cerrado, el callejón no tenía salida y no tengo otra escapatoria sino volar. Te escribo porque necesito con urgencia de tus habilidades, porque mi capa y mi super traje están estropeados.
Te escribo porque eres quien se deja moldear finamente y sin quejas
porque no te quiero ver morir una noche de estrellas y canciones
porque en lo más profundo de tu ser, quieres que te escriba
te escribo, porque si no lo hago no vivo
te escribo, aunque nunca lo haya hecho antes… y quizás no lo vuelva a hacer
porque me dejas ser tu amigo y te haces querer
porque me haces recordar y olvidar
porque me haces reír y llorar
porque tú, escritura, me haces volar y escapar…
y contraatacar.

miércoles, 28 de julio de 2010

Alguna vez, algún día…

“No es que esté mal, solo que quita la probidad a la gente…”
Alguna vez recuerdo haber visto posarse sobre ti aquella esfera de enternecimiento que no es constante en la persona de allá afuera. Si mal no recuerdo, fue desde la misma ventana por la que ese tipo osó tirarse sin morir.
Já! –pensé- este hijo de puta es demasiado resistente. (pero no lo dije con maldad)
Así, la esfera tomaba formas y texturas nunca antes vistas por ser humano ni extraterrestre conocido.
Sí, me sentí bendecido por haber sido testigo de semejante acontecimiento, sí, por ser el primero y sí, porque fuiste tú. (Claro que tú no lo sabías)
Creo que de haber sabido que te miraba, no hubiera atestiguado nada. Así es como eres… ¿no? Al menos eso es lo tangible.
No espero que venga el tiempo en el que tenga que pasar por unas sábanas para saber quién eres, ni a qué apuntas… leerte la mente es más “no sé qué”, es más romántico creo yo.
Menos sangre y más oro!
Pero sé que algún día, a tu lado en eventual lecho, buscaré tus ojos y preguntaré tras regresar en tres pasos del hades: ¿Me quieres? y no esperaré respuesta.

viernes, 16 de julio de 2010

Right here, right now

“Nuevamente, el escritor inmerecido y desmerecido piensa sobre cosas que otros, en otros tiempos, ya pensaron y cree ser el primero (como en tantas otras cosas). Nuevamente, espera bajo cierta dichosa melancolía a que cualquier espécimen mire hacia arriba – donde él cree que está- y vea el lugar donde él sentado está.”

En cierta forma, me alegra no haber estado antes en mi lugar, quizá es porque los términos “zalamera”, “facebook a escondidas”, “problema potencial”, “observado”, entre otros, no hubieran cabido en mi diccionario mental; quizá es porque al fin acepté que todo el tiempo que tenía lo malgastaba o que malgastaba todo el tiempo que tenía -da igual, lo sé-.

Por otra parte, no me alegra estar en mi lugar, el claustro –definitivamente- no es lo mío. Sin embargo, tampoco lo es el campo. No, no estoy aceptando que “estoy creciendo”, una vez alcanzado un punto simplemente queda sentarse a esperar que los demás lo hagan, en eso consiste mi egocentrismo: aceptar haber dejado de ser un ser humano racional para convertirme en un dios irracional y perverso, o en un demonio que no conoce los límites del tiempo, o del espacio, o de la muerte.

Otra vez tarde:

- No, huevón, no he tenido la culpa.

- ¿Entonces quien?

- Tú, pues, que siempre debes valerte de mí, de mi espacio y de mi ingenio para mentir.

- ¡YO! También sé mentir.

- Tus ojos de carne te delatan, eres tan simple que me quitas el hambre.

- ¬¬’ tú ni siquiera comes…



Otro empate:

- Ya ves, salgamos de aquí, me aburro y ese cigarro está horrible, lo sabes.

- No me jodas, si por ti fuera nos quedaríamos, maricón.

- No es cierto, de veras me quiero ir.

- ¿Afectado? Pooobre de ti, está bien, no te quiero ver hacer el ridículo, no es bueno para mí.

- TAAAAAXI!!...



En definitiva ¿crecer? Eso es para los pequeños, aquí los espero… Right here, right now.

jueves, 15 de julio de 2010

Carta a un Expatriado

Hoy te maldigo, sí, te maldigo… te maldice mi presencia en aquel cuerpo que alguna vez poseíste, viviste y rosaste; mis celos y mis atroces pensamientos hacia tu pérfida integridad.
Yo, que no quise conocerte, tuve que derramar ligerezas y razonamientos aspaventosos con el solo fin de hacerte desaparecer de una vez, no sé si es que lo haya logrado, no me importa, solo quiero hacerlo.
Yo, que alguna vez te creí mejor, y también peor, he tenido la oportunidad de experimentar en carne propia tus motivos y tus deseos, sintiéndome  asqueroso y despreciable por el solo hecho de haber pensado y querido lo mismo que tú.
¡Granuja!.
Insensato.
Maldito seas por quinta y cuarta vez.
No pretendo seguir sin sol por tu proyecto fallido, por tu mentira descubierta ni por tu hije’putada mal vista, no pretendo ocultarte tampoco, porque eso es muy cobarde… prefiero borrarte de una buena vez, y esperar a que se pudran tus recuerdos en el más ardiente de los infiernos cómicos, por traidor, egoísta y malparido.
Tú, que en algún momento me viste hacia abajo y raro, que subestimaste el odio que ahorraba para escupirte, puedes intranquilamente morirte, de veras. Porque escribiré sobre ti a la luz de un resoplo de luna, con media lágrima hipócrita y bebiendo té. Porque procuraré recordarte al terminar mi jornada, sin rencores, solamente con asco. Con asco y del más puro, porque un pelmazo como tú no merece más, te lo aseguro.

viernes, 2 de julio de 2010

Con barrotes, sin sonrisa

Vaya, en esta prisión tengo más tiempo para pensar, más que cuando gozaba de libertad y me echaba en una cama más cómoda a mirar la luna, pero seré sincero: en este momento desearía no tenerlo. Todo en lo que puedo pensar es en tu rostro que no está, en tus manos que no me tocan y en tus labios que no pronuncian palabra alguna. Todo en lo que puedo pensar, es en aquellas escaleras y en la brisa marina que me llevaban a querer golpear al primer idiota que se me acercara a pedirme dinero. Lástima que no fue así, lástima que solo tuve que conformarme con maldecir todas las veces que el tiempo me lo permitiera hasta llegar a casa usando el pretexto de la historia que me contaba el conductor del taxi, una triste, una mala, una que haría hervir la sangre a cualquier ser humano racional y a pedir que suba el volumen de su radio para poder mirar a otro lado, fingir que cantaba y que los menores de edad que se quedaron fuera me chupaban ambos huevos, porque yo era universitario “MADURO” y ellos una sarta de cojudos que no sabían ni donde estaban parados y que si habían gastado su platita: a mí qué; porque yo era un “PRODIGIO” que pasó todos sus exámenes con los ojos cerrados y sin estudiar, que tenía notas finales paupérrimas porque había cagado la nota adicional y ellos unos cualquieritas que habían entrado en primera opción porque NO JODAS! Es una universidad particular. Sí, maldije otra vez… pero fue esta vez a mi vacilación y a no decir “¡PARE EL AUTO!”, me di cuenta que las calles vacías gritan de soledad y abrigan a cualquier extraño que camine por sus veredas en esos momentos y también de que aún existe gente que se digna a esperar a que el semáforo cambie de luz.


De cualquier manera, no quiero pensar, aquí no… aquí hace frío y sinceramente no quiero abrigarme, quiero que lo hagas tú.

jueves, 1 de julio de 2010

Creciendo... un poco más

Hay ocasiones en las que 5 minutos de tu vida se transforman en toda tu vida, hay momentos en los que uno se transforma en niño y vuelve a ser adulto tan fugazmente como la misma muerte.


Se sentó al lado de la ventana, dice él que es porque le gusta saber a donde va, digo yo que es para no tener que mirar a la cara a aquellos seres que odia tanto. Se perdió en el libro que tenía desde hace 3 años y conservaba aún sus hojas inmaculadas, parece que creyó que iba siendo hora de leerlo; afuera autos, buses, peatones, los mismos drogadictos que limpian lunas por una moneda y los mismos hombres de saco y corbata tomando su break de la oficina.

“Señores pasajeros…” –dijo una mujer-. Se sintió molesto de buenas a primeras y no solo porque pensase que los dramas de otros son eso “de otros” y no tienen nada que ver con él –y hasta cierto punto concuerdo con él- trató de concentrase en su libro sin éxito. “…y esperamos que este coro sea de su agrado: si tuviera fe como un granito…”. Al escuchar sonrió por dentro, solo por dentro, pues una lágrima recorrió toda su mejilla hasta el mentón, se desconoció después de mucho tiempo, no se podía mover, miraba su libro sin leerlo mientras otra lágrima acompañaba a la primera… “este es el Cristo que yo predico…” –continuaban-.

Debe ser muy triste ese libro que lleva ahí, joven. (Era un libro de historia de la filosofía). Solo levantó la mirada y dijo: “no, no es triste solo que yo soy débil”. La anciana partió el chocolate que llevaba y se lo dio con una sonrisa maternal “¿y quién no lo es?”. Exacto, quiero ser ese que no lo es –fueron sus últimas palabras-.

Jóvenes, siempre se presionan demasiado, espero que lo entiendas alguna vez...

Hasta que dijo esa última frase, él no dejó de llorar, quizá porque eran las palabras que siempre buscó que un extraño le diga, y al final, fue salvado por una extraña a la que no le importó que sus desdichas sean solo suyas, aún así él la seguía odiando por el solo hecho de respirar.

Y a la vez… se sentía muy agradecido...

Soledad (2/2)

Naturalmente, al tratar de saber de él, nadie supo nada. Pero solo en este caso era porque de veras lo desconocían. Jamás pensé encontrar a alguien con el suficiente odio hacia los demás, hacia la humanidad como para compararlo conmigo -al menos yo sí me codeaba con esta peste-. Por lo que percibí, Mateo era un tipo muy temeroso: "los padres" -dijo un guardia- "este cretino, les dio mucho valor a sus padres".


Valor... exacto.

Ya había utilizado todas y cada una de las evidencias que se encontraron: la huella no coincidía con la de ningún repartidor; no habían huellas en las bolsas excepto las de la víctima, y ningún objeto valioso había sido extraído, tampoco tenía nada con que inculpar a sus parientes -ya ninguno vivía en este país-.

Era el crimen perfecto, pero tal cosa solo se ve en las películas.

El ángulo de las balas me daba el indicio de que le dispararon a quemarropa, él vio a su asesino, no le dispararon desde una distancia considerable, dos balas en el vientre y uno en la cabeza...
Por simple curiosidad, revisé sus movimientos financieros de la última semana, debía entender más a la víctima para poder entender más a su asesino... "MALDITO SEAS HEBRIOLA"

La huella era suya, pero no lo era, era más pequeña la huella del piso. La compra de zapatos de la misma talla y marca un día antes lo habían delatado.

Mateo, lo había planeado, no le importó el dolor de seguir disparando con el brazo estirado en dirección a sus órganos vitales y tuvo hasta la frialdad de atinar un disparo en medio de su frente para darse fin...

Ahora es cuando comienzo a entenderlo, la soledad nos puede transformar en la persona que más odiamos:

Él solamente buscaba la atención de los demás, la atención que ya no pudo tener cuando más la necesitaba, seguía siendo el adolescente huérfano quien heredó una ostentosa fortuna, atención que yo le di sin querer hacerlo... puedes sonreír aunque sea un momento desde aquel lago de fuego en el que te encuentras en estos momentos maldito suicida... por favor guárdame un sitio a tu costado, quiero ver como agonizas una y otra vez por toda la eternidad... guárdame ese lugar que en este momento voy para allá.