“Nuevamente, el escritor inmerecido y desmerecido piensa sobre cosas que otros, en otros tiempos, ya pensaron y cree ser el primero (como en tantas otras cosas). Nuevamente, espera bajo cierta dichosa melancolía a que cualquier espécimen mire hacia arriba – donde él cree que está- y vea el lugar donde él sentado está.”
En cierta forma, me alegra no haber estado antes en mi lugar, quizá es porque los términos “zalamera”, “facebook a escondidas”, “problema potencial”, “observado”, entre otros, no hubieran cabido en mi diccionario mental; quizá es porque al fin acepté que todo el tiempo que tenía lo malgastaba o que malgastaba todo el tiempo que tenía -da igual, lo sé-.
Por otra parte, no me alegra estar en mi lugar, el claustro –definitivamente- no es lo mío. Sin embargo, tampoco lo es el campo. No, no estoy aceptando que “estoy creciendo”, una vez alcanzado un punto simplemente queda sentarse a esperar que los demás lo hagan, en eso consiste mi egocentrismo: aceptar haber dejado de ser un ser humano racional para convertirme en un dios irracional y perverso, o en un demonio que no conoce los límites del tiempo, o del espacio, o de la muerte.
Otra vez tarde:
- No, huevón, no he tenido la culpa.
- ¿Entonces quien?
- Tú, pues, que siempre debes valerte de mí, de mi espacio y de mi ingenio para mentir.
- ¡YO! También sé mentir.
- Tus ojos de carne te delatan, eres tan simple que me quitas el hambre.
- ¬¬’ tú ni siquiera comes…
Otro empate:
- Ya ves, salgamos de aquí, me aburro y ese cigarro está horrible, lo sabes.
- No me jodas, si por ti fuera nos quedaríamos, maricón.
- No es cierto, de veras me quiero ir.
- ¿Afectado? Pooobre de ti, está bien, no te quiero ver hacer el ridículo, no es bueno para mí.
- TAAAAAXI!!...
En definitiva ¿crecer? Eso es para los pequeños, aquí los espero… Right here, right now.
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Ya sabes que hay en mi mente... ¿Qué hay en la tuya?