Hoy te maldigo, sí, te maldigo… te maldice mi presencia en aquel cuerpo que alguna vez poseíste, viviste y rosaste; mis celos y mis atroces pensamientos hacia tu pérfida integridad.
Yo, que no quise conocerte, tuve que derramar ligerezas y razonamientos aspaventosos con el solo fin de hacerte desaparecer de una vez, no sé si es que lo haya logrado, no me importa, solo quiero hacerlo.
Yo, que alguna vez te creí mejor, y también peor, he tenido la oportunidad de experimentar en carne propia tus motivos y tus deseos, sintiéndome asqueroso y despreciable por el solo hecho de haber pensado y querido lo mismo que tú.
¡Granuja!.
Insensato.
Maldito seas por quinta y cuarta vez.
No pretendo seguir sin sol por tu proyecto fallido, por tu mentira descubierta ni por tu hije’putada mal vista, no pretendo ocultarte tampoco, porque eso es muy cobarde… prefiero borrarte de una buena vez, y esperar a que se pudran tus recuerdos en el más ardiente de los infiernos cómicos, por traidor, egoísta y malparido.
Tú, que en algún momento me viste hacia abajo y raro, que subestimaste el odio que ahorraba para escupirte, puedes intranquilamente morirte, de veras. Porque escribiré sobre ti a la luz de un resoplo de luna, con media lágrima hipócrita y bebiendo té. Porque procuraré recordarte al terminar mi jornada, sin rencores, solamente con asco. Con asco y del más puro, porque un pelmazo como tú no merece más, te lo aseguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ya sabes que hay en mi mente... ¿Qué hay en la tuya?