sábado, 17 de abril de 2010

Sueño de rojos (3/3)

 El Dr. Remo hizo un gesto pensativo, tenía que aceptar no había nada raro ni comprometedor.
-Está bien, pero con unas condiciones… sean mis invitados esta noche y… déjenme ver qué hay en la caja, soy muy curioso –sonrió-.
-Claro que sí, jaja… veo que aún no pierdes el espíritu de investigación…
Pusieron la caja en medio de la mesa, la sonrisa de satisfacción de Remo era enorme, pero para su sorpresa…
-¿Chocolates? –dijo con voz de decepción-. ¿Por qué rayos tendría chocolates alguien de la resistencia?
La incertidumbre inundó la habitación, pero también a Roy que espiaba atentamente.
-Bueno caballeros, esta es una dulce herencia. –bromeó Sigty-. Sírvanse.
-Roy, hace rato que estás ahí, acompáñanos y dile a Jael que venga. –dijo el Dr. Remo tratándole de hacerle saber que sabía de su presencia.-
Roy se paró de inmediato y fue por Jael, pero al buscarla en su alcoba notó que no estaba, no quiso preocupar al Dr. así que fue a buscarla. “Le dije que se vaya, tal vez fue a la plaza” -se dijo-.
Salió de la hacienda hacia lo que era el “reino” de su suegro. Ahí habitaba mucha gente que trabajaba para el Dr. Remo. Iba rápido y preguntaba si alguien la había visto obteniendo siempre la negativa, como respuesta.
-Niño, ¿viste por acá a la hija del hacendado?
-Lo siento, no he visto a nadie… solo a esos hombres generosos, ¡mira lo que me dieron!.
La cara de Roy pareció quebrarse… ¿chocolates? ¿hombres?. La cara del niño empezó a encenderse, las llamas rostizaron sus ojos, tenía el aspecto de un espectro recién salido del averno, solo gritaba mientras las llamas lo consumían desde dentro.
Mientras que a su alrededor la escena era repetida, mujeres y viejos gritaban su agonía y desesperación al no poder calmar el desgarro interno.
Jael! ¿dónde estaba? Solo rogaba al cielo que no haya aceptado esos agentes de combustión interna.
-El Dr. Remo debe estar muerto en este momento. –dijo en voz alta-.
-¿El Dr. Remo? no creo que sea tan estúpido como para probar sus propios chocolates. –dijo una voz detrás de él-.
-¿Jael? te estaba buscando, ¿por qué dices eso, y desde cuando te refieres a tu padre como “el Dr Remo?
Jael se soltó y miro inquisitivamente a su prometido.
-Jael no existe, o al menos ya no como tal… a decir verdad tú nunca conociste a la verdadera. Ahora vámonos de aquí, esto va a ser un infierno, si es que aún no crees que lo sea.
Corrieron hasta llegar a la plaza, Roy seguía tan confundido como en el momento en el que vio al niño quemarse, pero aun así confiaba en Jael –O como quiera que se llamara-.Toda la guardia del Dr. Remo estaba ahí, todo estaba planeado, el Dr. Remo se había dado cuenta de la impostora, pero no solo eso, sino, también de que esta había convencido a todos los habitantes para levantarse, ya que el Dr. Remo era el inventor y quien propuso “Seguridad 100”. Aquel montaje de la visita de sus amigos, la preocupación por su “hija” y el hombre muerto. La asesinarían junto con el pueblo y acusarían a la resistencia.
  -Vámonos! -gritó mientras huían de los disparos de toda la guardia-.
Cuando estuvieron a salvo y lejos de la hacienda ella explicó:
-Soy Renee, encubierta de la resistencia, y desde ahora tú también. Lo nuestro no fue previsto pero te amo…  ¿Un chocolate? –sonrió-.

jueves, 15 de abril de 2010

Sueño de rojos (2/3)

-Escóndete lejos de aquí!! –gritó Roy. Aunque Jael, no entendió del todo el porqué de la desesperación de Roy, obedeció. Sabía que no era en vano ese comportamiento en él.
-¡AMBOS, LARGO DE AQUÍ! -se oyó una voz desde el fondo de la habitación- no les compete a ninguno de los 2. Y mientras los dos iban hacia donde el Dr. Remo este cogió del brazo a Roy dijo:
-Atento, no dejes que nada malo le pase a Jael.
La cara de Roy se llenó de confusión, era tal vez que había llegado la resistencia hasta allí, y de ser así… ¿por qué lo harían? Sin embargo todas esas preguntas se desvanecieron al ver el rostro de su prometida, y al recordar que su seguridad dependía ahora de él.
Los autos llegaron y el Dr. Remo se puso frente a ellos, con una expresión seria y brazos cruzados -donde escondía el arma-. Salieron 4 hombres al mismo tiempo de estos.
-Buenas noches, caballeros… parece que se han perdido o equivocado de camino.
- ¿En este lugar vive el carnicero llamado Remo? –dijo el más viejo de ellos-. Obtuvo un gesto con las cejas como respuesta.
-Entonces supongo que recordará a Sigty, a quien le debe algunas cosas.
-No conozco a ese idiota, largo de mi propiedad. –Hubo un gran silencio-. -Jajaja, hermano, ¿Qué te trae por acá?.
El Dr. Remo mostró su hospitalidad y se sentó en el salón junto con su viejo amigo, e invitados, a beber.
Mientras tanto Roy veía de lejos esta escena, aunque el Dr. Remo estaba feliz y el ambiente se había despejado, Roy no dejaba de creer que todo tenía un matiz extraño y algo sombrío…
-Cierto, la verdad es que vengo porque me debes un favor y vengo a cobrártelo. Espero no molestarte. –dijo Sigty-.
-De ninguna manera, dime lo que es.
Sigty  hizo una seña a uno de sus acompañantes con la cabeza y este se paró de inmediato y fue hacia el estacionamiento. Regresó rápidamente con una gran bolsa negra sobre hombros y la desparramó en el suelo, la abrió y sacó el cuerpo de un hombre.
Roy se sorprendió al ver que la cara de su futuro suegro no cambió, ni se inmutó. Supuso luego que siendo él Médico de profesión y vocación, no tenía razón  para extrañarse.
-Qué quieres que haga con este pobre diablo. –dijo entre seriedad y burla, Remo.
-Nada, solamente ocultarlo aquí.
-¿Y cómo es que ha fallecido este? –dijo Remo mientras se llevaba su vaso a la boca.
-En realidad, lo encontramos. Tal parece que es de la resistencia, estaba moribundo pidiendo ayuda por el camino, llevaba esta caja con él, aún no la hemos abierto pues tratamos de salvarlo…

martes, 13 de abril de 2010

Sueño de rojos (1/3)

Conducía a más velocidad de lo que la ley le permitía, y pese a siempre tratar de cumplirla, esta vez no le importaba, sabía que algo extraño sucedía.
Cuando llegó encontró unas pocas luces encendidas en la mansión del Dr. Remo, su suegro. Tenía un gusto extraño pero a la vez se veía elegante la combinación de toque Anglo-japonesa que tenía cada casa, la plaza y por supuesto su “palacio” en sí. Era alejado y daba la impresión de que los tiempos feudales aún no se habían terminado siendo el siglo XXI.
Dejó el auto encendido y bajó sin sorprenderse por el reinado del silencio. “Sin guardias en la entrada” se dijo. Mientras daba los primeros pasos por las escaleras que daban de la cochera hacia la casa, escuchó la voz del Dr. Remo junto con la de Jael, su prometida.
-… espérame aquí, no estamos solos. -Es lo que alcanzó a escuchar.-
La cara del viejo, estaba algo palidecida y mostraba un semblante de perro protector cuando salió con el arma apuntando hacia la cabeza de Roy.
-Demonios, hubieras avisado muchacho. –dijo mientras bajaba el arma y apuntaba a modo de broma hacía su entrepierna.-
-Lo siento, doctor pero escuché en la radio que la revolución se estaba extendiendo hacía aquí y me preocupé por Jael.-
En efecto, se había salido de control la pequeña milicia que conformaban aquellos que estaban en desacuerdo con el proyecto “Seguridad 100” que disminuiría los crímenes a un 0.5% y la privacidad a un 0%, creían que era otra treta militar o del gobierno para eliminar a sus enemigos políticos.
-Todo está bien por el momento, los guardias están elaborando el plan de defensa, no tenemos porque preocuparnos. –dijo mientras se arreglaba las gafas.
- ¿ Y Jael? oí su voz mientras subía…
- No te preocupes. ¡¡Jael!! –gritó con voz de mando- Tienes visita.
Miró a Roy y dijo: gracias por estar aquí muchacho, nos serás de gran ayuda. –Y se marchó-.
Roy subió, pues se había quedado entre las escaleras y la entrada trasera (que daba al estacionamiento). Se notaba la tribulación en el rostro de su  novia, lo hizo sentirse triste. Pero eso ya no importaba, estaban juntos… se sentía poderoso, hasta para detener a todos los coches que iluminaban el camino rumbo a la mansión…

sábado, 10 de abril de 2010

Reposando un día nuevo

Ignoro qué día es hoy y qué es lo que este pasando a mi alrededor. Jamás imaginé que la soledad consumiría por completo mis esfuerzos por realizar cada una de las cosas que me importan; y en menos tiempo del imaginado, el letargo concluyó en arrebatarme una pequeña sonrisa.

Desenmascarando las ganas que tenía por vivir, me apresuré a llevar la cuenta de cuanto tiempo estuve sin pronunciar palabra alguna a algún ser vivo. 5 años.
Me inundaron las palabras que un día un sacerdote dijo a mi madre “si lo quieres déjalo ir” lo maldije mil veces por haber hecho tan descarada apreciación del amor verdadero. Quizá yo piense que no estar cuando me necesitan es la mejor manera de hacerles saber que de veras me necesitan, pero eso ya es obra de otros cánones sin estigmatizar aún.
Los vestigios de vertiginosos acueductos de rubor y sinsabores de piel, llenaron tus ojos de verdaderos lagos, aquellos que se producen por el derrumbe de un chispazo interior, de un no sé qué muerto, de una vena hinchada.
Este pueda que sea el tentempié que alguna vez juré no terminar, pero también puede ser la pastilla de cianuro que lleve todo recuerdo a donde comenzaron: a nada.
Si esta vez, no logras levantarte por tu cuenta, créeme que sonreiré cuando termines por rendirte, cogeré tus llaves y me iré lejos, de nuevo. No esperemos a  que esa fotografía sea editada, editemos más bien la música que se produce al vernos, cada sin-sentido sobre el que hablemos o aquellas “miradas incompletas” que nos demos, reparémoslas y no reparemos en sentir.

jueves, 8 de abril de 2010

Te espero a media noche

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez en que Selene y yo compartimos una noche mirándonos las caras, extraño mucho todos aquellos pensamientos que me traía el solo ver su blanco y lejano rostro. No espero su atención de un momento a otro, pues soy consciente de que yo me alejé de ella.
Lo siento “boca morena” pero mi horario de actividades me obliga a  darte la espalda las veces que debería estar extrañándote o conversando sobre mi día contigo. Tengo por bien, el saber que me miras aun cuando yo no puedo verte, las ideas sobre las cosas que pueden pasar por tu pensamiento son ilimitadas en mí, espero extrañes todas las noches que vivimos juntos, como yo a ti. Espero que la historia de cómo nos conocimos ayude para que tu resolución sea a favor mío.
Yo era un niño que cruzaba su primer año de educación media, eran momentos de desorden en mi vida tú lo sabes muy bien, mis consejeros y confidentes habían desaparecido de mi vista, y de mi alcance. La impaciencia e impotencia llenaban cada capilar, vena y arteria de mi sistema. Estaba demasiado desesperado como para poder esperar a que pase el día, me encontré llorando y rogando al cielo, a mi Dios una esperanza, una señal, una chispa y - creo yo- esa chispa fue tomando forma, era algo inconstante –lo eres ¿lo sabías?- habían días en los que te miraba en toda tu lindeza y otros en los que escondías tu rostro, supongo por algún complejo escondido que tienes.
A fin de cuentas, sé que fuiste enviada a mi vida en particular para que susurres las respuestas para mí, para que en tu blancura pueda yo hacer morada y poder dormir tranquilamente, como me dispongo hacer en un momento, te escribo esto porque sé que no hemos tenido el tiempo que teníamos antes para preguntarnos cosas sin sentido y responder cosas coherentes. Tú que eres la esperanza entre tinieblas, Selene, esta no es una adoración hacia ti –déjame aclararlo- estas son mis disculpas por ya no reflexionar sobre mis días junto a ti.
Espero me puedas perdonar bella princesa, porque en noches como hoy tu luz se posa sobre mis desnudos hombros y me hace sentir un noble caballero… en noches como esta, me recuerdas las circunstancias bajo las que te conocí y más allá de volverme a poner melancólico, me hace feliz.
selene

miércoles, 7 de abril de 2010

Hemisferios

Vaticinó con una seguridad que a cualquiera atemorizaría: “el próximo mes no estarás aquí”.
Él, hizo evidente su incomodidad ante tal acusación: “Yo estaré contigo para siempre, mi amor”.
Pasó una mano sobre su cabello y mostró sus grandes ojos pardos empantanados “No, yo lo sé, pero eso ahora no me importa”.
Esa imagen no la pudo borrar del todo, y se hizo más y más constante en sus recuerdos desde que había decidido dejarla. Era demasiado para un muchacho de preparatoria lidiar con sus problemas típicos adolescentes y también con las crisis existenciales de la mujer que amaba, quizá el amor no le bastó o quizá ese “amor” no era más que una rebeldía más contra su madre. Recuerdo haber estado en la misma reunión que ambos, mientras se daban el uno al otro las miradas más dulces e inocentes. En mi opinión, podría decirse que el ambiente se llenaba de corazoncitos bobos y estrellitas cuando ambos llegaban.
Sí, me hastiaba, no es mi estilo pero podía ver a un hermano ser feliz por primera vez en todo el tiempo que lo conocí, pues, era el trillado tipo que odiaba al mundo, su existencia y la de los demás, todo eso cambió el día en que se la presenté –sí, soy culpable lo sé-. Ella con su aparente satisfacción con todo lo que hacía, el brío de una legión de soldados y la belleza de mil tardes de otoño –noté- logró encandilarlo y al final conquistarlo. Por primera vez, puse mi felicidad en razón a la de otro y, debo admitir, no me arrepiento.
Solo me queda una duda, y es ¿Cómo pudo ella saberlo? ¿Experiencias anteriores? o es que sentía que todos la abandonaban en un momento u otro. Ya ni siquiera tengo la oportunidad de preguntárselo, al salir de su vida salió de la de todos los que lo conocimos, dijo ella que quería rezagar todo y empezar de nuevo… y yo me pregunto ¿Le volverá a suceder?
Tal vez huir no sea la respuesta.