jueves, 14 de enero de 2010

¡Cosa de niños!

Florecían los primeros botones primaverales, él regresaba risueño de casa de Valeria, y pensando en cuán bueno era tener una amiga como ella, se decía a sí mismo:

-Tiene razón, esa chica no era para mí-

Como era de costumbre él la esperaba frente a esa cafetería tan fina y como era de costumbre ella se separaba de su grupo de amigas para saludarlo con una sonrisa

Y terminado el saludo continuaban su camino hasta la calle en la que vivían.

Ese día Ramiro había tenido una fuerte discusión con Rocío y su semblante era de lejos el peor, por su parte Valeria no sucumbía ante ningún efecto de carácter sentimental ya que habían pasado ya 4 meses desde que había decidido estar sola; y al ver que su amigo de infancia se resistía a contar lo sucedido, preguntó:

- ¿Y esa cara?

Ramiro sólo atinó a salir del paso con una broma como solía hacerlo

-No tengo otra- dijo con despreocupación y una sonrisa fingida

-Te conozco y tú no eres así, dime qué pasa ¿Rocío otra vez?- dijo Valeria

Ramiro asentando con la cabeza respondió:

-Esta vez fue culpa mía-

Valeria que sabía cuan “astuta” podía llegar a ser una persona como Rocío, prefirió callar.

Pero Ramiro, ya incitado a generar su descargo emocional por su fiel amiga, continuó:

-Es que tiene razón, soy celoso, inseguro y sé que llego a ser molesto muchas veces para ella…

Y sumergida en cólera –no contra su compañero, sino contra la causante- no pudo contener más su explosivo carácter y gritándole por primera vez a su amigo de toda la vida dijo:

-¡Esta vez no va a salirse con la suya, no… esta vez no, ella cree que puede hacer lo que quiere contigo, ella presume que por ser un par de años mayor puede usarte como una marioneta, si tu lo permites, pues yo no!

El mundo de las chicas de secundaria realmente es pequeño, aunque tenga escuderos que quieran convencernos de lo contrario, es como una secta en la que al ser mujer quieras o no estás incluida, en la que hay desde mandamases y plebeyas, hasta desinteresadas y marginadas que aunque otras pongan resistencia, siguen siendo parte de esta convención… y en esta todo se sabe.

Valeria había oído una conversación de Rocío y compañía, en la que esta no dejaba de hacer motivo de risa a su engatusado “perro” – como se refería a él-

Ramiro más confundido que sorprendido por la inusual reacción de Vale, dijo tímidamente: ¿Y… por qué… dices eso?

La angustiada Valeria logró tranquilidad y volvió a su particular frescura, sonrió con ánimos de calmar a Ramiro, sacó una menta de su bolsillo –de esas que nunca le faltaban- y dándosela a Ramiro y guiñándole el ojo explicó que no era el lugar indicado para hablar, Ramiro fácilmente entendió que la menta era para -de una manera u otra- mantenerlo ocupado hasta llegar a casa de Vale, sin embargo lo tenía en ascuas; no sabía qué esperarse, sin duda era algo malo, Vale no estallaba de esa manera a menos que te metieses con su estatura pero entendió que angustiándose no iba a llegar más rápido así que se tranquilizó, disfrutó su menta, e inmediatamente después de acabársela se encontraba a una cuadra de su destino.

-¿Ahora si me cuentas?- dijo Ramiro.

Para este momento Valeria estaba algo arrepentida de haberle dicho eso a Ramiro, ¿acaso era capaz de asimilar algo así?... sólo le quedaba confiar en que la fortaleza que él irradiaba era verdadera y en que no se iba a desmoronar por tal desenmascaro, ella no se perdonaría de ser así. Valeria respiró y dijo:

-Escuche a Rocío diciendo cosas horribles sobre ti y…

-¿Qué cosas?... ¿Cómo beso?...

-¡Cállate y escucha!

Valeria no quiso entrar en detalles, pero sí explico la clase de artimaña que estaba sufriendo.

Ramiro solo la veía sin mostrar ningún signo de dolor ni pena y Valeria algo reconfortada, pensaba –En serio mi amigo era muy fuerte- aunque seguía sintiéndose culpable.

La tensión inundó la sala… ambos se sentían avergonzados, ella por haber dado tan horrible discurso sobre la “dulcinea” de su mejor amigo, y él por haber sido víctima de una aprovechadora de años superiores.

-Creo que ya me voy- dijo Ramiro

-¡No te vayas! -dijo preocupada- mira… no es tu culpa que ella sea así, todos tenemos derecho a equivocarnos ¿no?

-Tienes razón –dijo Ramiro, sonriendo- además si me voy… ¿quién te va a seguir ayudando con geometría?

La tensión fue cortada por el menos pensado, y conociéndose ambos, solo pudieron reír.

1 comentario:

  1. Sergio soy anita :) que bueno que tngas un blogg,nunca dejes de escribir,te fluye muy bien, sigue así !(Y)
    y esa rocio es una maldita xD

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Ya sabes que hay en mi mente... ¿Qué hay en la tuya?