La razón: y todo sea por la causa…
Yo recuerdo, de pequeño, haber sido testigo de las vicisitudes de aquel tipejo. ¡Qué escoria! –dije cuando fui más acertado en cuanto a relacionarse- la lealtad y la honra es todo lo que tenemos en este lugar donde todo nos es despojado por maldad pura.
Luego… lo fui entendiendo.
Era tarde y nuestras almas jóvenes pedían a gritos un trago, a veces por necesidad, a veces por saber que era la única escapatoria a nuestra inhibición y poder disfrutar del mejor sexo sin compromiso del mundo. Muchos condenarían el tener este tipo de encuentros –sobre todo si es con la sobrina de tu padre- yo también lo hice, las cinco primeras veces, luego simplemente lo vi como tener todo lo que quiero, sin pasar por todo lo que no.
Fue en ese día, en que nuevamente nos embriagamos, yo porque ganas no me faltaban y supuse que a ella tampoco –ya que fue quien lo propuso-, donde me dijo que se había enamorado y que no podía seguir teniendo este tipo de relación ahora que tenía pareja, sí, igual lo hicimos ese día, era obviamente sexo de despedida. Quedé entristecido: yo debía seguir sus pasos, conseguir a alguien “estable”, seguir mi vida, salir de secundaria con la frente en alto y bien borracho de la fiesta de promoción.
En fin, lo hice, y estuvo bien –debo admitir- me di cuenta que “todo lo que quería” no era todo lo que quería y con el tiempo me fui adaptando. Puede ser que mi error, el único –resalto-, fue haberme fijado en alguien cuyo aspecto era el mismo que el de mi –ya casada- prima.
Debo admitir que no era suficiente, era vacío. ¿Alguna vez has sentido que el valor que te dan es inferior al tuyo?
Supongo que la suma de todo mi descontento marital, junto con su intolerancia y su vanidad me llevaron al mismo lugar en donde solía beber. Lo hice durante varios meses cada vez que su descontento me llevaba a sentirme menos hombre y más jumento, jamás pensé que encontraría ahí a mi juvenil amante, triste, qué digo triste: destrozada –El abandono es algo que algunas mujeres no soportan- ella también era “aparentemente insuficiente para él” (Todo por no dejarse coger por el ‘lado B’).
Regresé a casa, a mis cosas, era bueno verla, era malo que estuviera separada después de que su boda –en donde vomité detrás del buffet- resultara tan costosa, pero era algo para olvidar, la boda de mi hermano estaba siendo preparada y prometía ser el acontecimiento del año en la familia, debido a que era el último en casarse de todos de los de nuestra “generación” y daba la apariencia de nunca haber tenido la intención de hacerlo.
Ahí la volví a ver, parecía que el tiempo no había pasado, me remonté a la época en donde me sentía completamente vil –pero complacido- al estar sobre ella, y se lo propuse luego de haber bebido 2, 3, 4 rondas de whisky y otros licores que se servían.
- ¿Y tú mujer?
- Al diablo, a ella solo le importa el status. Con tal que le siga pagando la tarjeta no le importa a quién me coja.
- Entonces ¿A dónde?
Rumbo a su casa, no cruzamos palabras, ambos meditábamos (al menos yo lo hacía) lo que estaba a punto de pasar “Es raro ¿Está bien? Al final, no había que ser un genio en física nuclear para entender (y estoy seguro de que ellos no lo advertirían) que la madre de mi hijo (por no decir la trillada: “mi mujer”) no sentía nada por mí, mas sí por mi dinero –que tanto no era, pero poco tampoco- así que no era traición a sus sentimientos, tal vez sí al juramento que hice y tal vez arremetía contra el código civil, pero para mí el juramento que se hace es a partir de la otra persona: yo puedo cuidar mi palabra, pero ante alguien que la merezca, y aunque ella lo mereció en ese momento (o quizá nunca lo mereció en realidad) la “ella” de ahora no merecía ni un ápice de mi palabra.
Llegamos, al fin -pensé- el camino desde el club donde se realizaba la recepción hasta su casa, a pesar de quedar a pocos kilómetros por la carretera, se me hizo como dos viajes a China en triciclo. No nos dijimos nada hasta yacer en su cama –la que había compartido hace 3 meses con su aún esposo- y eso es una expresión, lo único que dijimos una vez que estuve adentro fue: “te extrañé demasiado”. Lo que pasó esa tarde/noche, me pareció de lo más real y excitante no solo porque se la metí como si no hubiera follado en años, como si no hubiera visto mujer por haber estado atrapado en una isla, sino por el hecho de estar ahí con ella. No fui el único en sentirme así, quizá no era tanto por no tener sexo, sino por no habernos tenido en mucho tiempo.
Después de la segunda vez, estaba exhausto pero quería continuar, sin duda ya no éramos los adolescentes lascivos de antaño, sin embargo, cuando comenzó a succionármela y a pasar su lengua por mi glande tuve como una inyección de vigor y continuamos, ni las putas que me tiraba en los night clubs que frecuenté en los viajes me hacían ‘llegar’ tanto.
Al finalizar, continuó el silencio, dormimos juntos por primera vez, ya como ‘adultos’(odio esta palabrita)…
Nos sacamos de nuestra miseria durante todo ese tiempo, pero son situaciones que solamente pueden ocurrir tras una serie de inciertos y aleatorios lazos de tiempo, esa fiesta también era especial pues se podía tomar también como mi despedida en una semana me voy, la central que se ubica en Nicaragua perdió un jefe de ventas y a diferencia de cómo se manejan las cosas aquí (amistad y dedocracia, es decir ‘vara’) se hizo un examen y gracias a todo el tiempo libre que tuve pude quedar primero en aptitud y calificación, creo que será la mejor semana en años que tendré pero tal vez la última, como sea, las últimas veces se disfrutan más.
A mi me gusta :) no me parece antinatural... esta paja :D
ResponderEliminar(muero de risa con las etiquetas XDXD)